En mi infancia, en un mundo no tan lejano en el que la gente joven todavía leía por placer, había dos tipos de niños: los que jugaban a los videojuegos y los que se contentaban con leer libros de "elige tu propia aventura" (luego estaba yo, que hacía las dos cosas pero que como inadaptado borreguil, no cuento).
¿Qué tipo de libros eran éstos? Pues unos muy curiosos que no se leían de principio a fin, sino "a saltos". El truco consistía en que al final de cada página se te planteaba una situación en la que debías elegir entre diferentes opciones (páginas). Luego, dependiendo de tu buen juicio -o más bien suerte, para qué nos vamos a engañar- podías llevar a los personajes a buen puerto o provocarles alguna catástrofe.
Uno de los recursos de este tipo de libros es estar situado en segunda persona, de forma que te crea una especie de "ilusionante ilusión" que refuerza el concepto de "juego".
Ejemplo inventado de este hecho.
¿Qué tipo de libros eran éstos? Pues unos muy curiosos que no se leían de principio a fin, sino "a saltos". El truco consistía en que al final de cada página se te planteaba una situación en la que debías elegir entre diferentes opciones (páginas). Luego, dependiendo de tu buen juicio -o más bien suerte, para qué nos vamos a engañar- podías llevar a los personajes a buen puerto o provocarles alguna catástrofe.
Uno de los recursos de este tipo de libros es estar situado en segunda persona, de forma que te crea una especie de "ilusionante ilusión" que refuerza el concepto de "juego".
Ejemplo inventado de este hecho.
Vas por el monte en busca de tu anciana madre, desaparecida tres años atrás mientras te encargabas de vigilar a tu fiel e inválido perro Rufo, un San Bernardo al que le falta la pata derecha tras un bochornoso incidente en la visita que hicistéis al zoológico de la ciudad, concretamente a la sección de los caimanes.
Continuas la infatigable caminata, cuando a lo lejos ves una silueta encorvada que observa cada uno de tus movimientos. No sabes cuánto tiempo lleva ahí.
La figura -que por su tono de voz parece ser un anciano- te llama y te dice que te acerques. No le oyes muy bien -desde que se fue tu madre dejaste de comprar Otosan(c) para los oídos-, pero está diciendo algo sobre ella.
¿Qué haces?
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Si decides acercarte a ver quién es ese sujeto pasa a la página 24
Si decides dar media vuelta, regresar a casa, y dar de comer a Rufo antes de que muera por inanición, pasa a la página 65
Si decides quedarte en el sitio esperando que el viejo se acerque -como va despacio tienes tiempo de pensar otras opciones-, pasa a la 31
Bueno, pues básicamente era algo así. Te solían poner situaciones bastante originales -por decirlo de alguna forma- tales como que ibas a visitar a tu tia al bosque y encontrabas una secta satánica, o algunas no tan trabajadas como que eres un joven cazatesoros y vas a por el oro de la guarida de un dragón. Vamos, para todos los gustos.
Uno al ver la portada decía "¡Wow, 28 finales distintos!". Sí, pero ¿y qué pasa una vez que te pasas todos? Pues que el libro ya pierde su gracia. Pero bueno, mientras tanto se puede usar como videojuego al uso, en el que -dentro de las limitaciones- puedes ser consecuente o no con tu personaje.
Yo lo que hacía era, mientras iba de compras con mis padres, meterme (espatarrarme) en el carrito de la compra, leerme un libro de esos mientras comprábamos... y luego devolverlo jajajajaja. No me culpen, lo trataba bien y luego lo dejaba en su sitio. Peor es robar.
Continuando con el tema. También sacaron en su día una colección de libros más complejos, para aquellos a los que no les bastaba con el elegir página (un equivalente a las diferencias entre un DVD y un blu-ray y similares, sólo que justificado).
En esta sección de "upgrades" encontraríamos una gran saga de la cual mantengo dos entregas: Lobo solitario.
Yo lo que hacía era, mientras iba de compras con mis padres, meterme (espatarrarme) en el carrito de la compra, leerme un libro de esos mientras comprábamos... y luego devolverlo jajajajaja. No me culpen, lo trataba bien y luego lo dejaba en su sitio. Peor es robar.
Continuando con el tema. También sacaron en su día una colección de libros más complejos, para aquellos a los que no les bastaba con el elegir página (un equivalente a las diferencias entre un DVD y un blu-ray y similares, sólo que justificado).
En esta sección de "upgrades" encontraríamos una gran saga de la cual mantengo dos entregas: Lobo solitario.
"Lobo solitario" era y sigue siendo el ejemplo perfecto de "librojuego". Aquí ya no bastaba con elegir página, sino que al principio de cada obra, disponías de una ingente cantidad de tablas de habilidades e inventario, que podías combinar a placer. Había luchas y tenías que tirar los dados para ver el desenlace, tenías puntos de vida, de magia.... ¡hasta tenías que comer cada cierto tiempo! Era, en resumen, todo lo que podías aspirar al desear mezclar un libro, con un juego de rol, con el añadido de que al terminar cada libro podías "guardar" las habilidades adquiridas para otra misión.
Yo reconozco que jamás jugué en serio -a lo mejor un día lo hago de verdad-, sino que simplemente iba eligiendo aleatoriamente ("ah, pues ahora voy a dejar que me derrote a ver qué pasa").
Aparte de esta saga, había otras, como por ejemplo otro libro que conservo y también más que recomendable, titulado: "La nave estelar perdida". En él, eras miembro de una nave que perdía el rumbo por el hiperespacio y vagaba entre desolados -o no tan desolados- planetas hasta volver a casa. Libro jodidísimo, todo hay que decirlo, en donde ni adrede conseguías saber cómo coj... regresar a tu hogar. No era tan complejo como los de lobro solitario, pero el hecho de disponer de tantos matices (que si el ecosistema de los planetas, los virus, los seres que te encontraban) le daba un puntillo que te hacía volver a releerlo de nuevo.
Yo reconozco que jamás jugué en serio -a lo mejor un día lo hago de verdad-, sino que simplemente iba eligiendo aleatoriamente ("ah, pues ahora voy a dejar que me derrote a ver qué pasa").
Aparte de esta saga, había otras, como por ejemplo otro libro que conservo y también más que recomendable, titulado: "La nave estelar perdida". En él, eras miembro de una nave que perdía el rumbo por el hiperespacio y vagaba entre desolados -o no tan desolados- planetas hasta volver a casa. Libro jodidísimo, todo hay que decirlo, en donde ni adrede conseguías saber cómo coj... regresar a tu hogar. No era tan complejo como los de lobro solitario, pero el hecho de disponer de tantos matices (que si el ecosistema de los planetas, los virus, los seres que te encontraban) le daba un puntillo que te hacía volver a releerlo de nuevo.
Y en fin, pues ésta es una pequeña introducción a estas grandes obras de nuestra infancia (no pongo más porque con los +30 grados que hace estoy aplatanado). Lo cierto es que recuerdo con mucho cariño esta época, y si bien en su día eran un complemento a los videojuegos (al fin y al cabo al conjunto de pixels le podías putear de muchas formas distintas), lo cierto es que ahora los que guardo, los tengo en la estantería como oro en paño.
A riesgo de ponerme moñas, me alegra mucho haber podido disfrutar de libros así en mi infancia. Gracias a eso -y a otros alicientes- he podido desarrollar una mentalidad creativa y despierta, que en a día de hoy no es poco.
Quién sabe, quizá algún día me dedique a escribir alguno así yo también...
A riesgo de ponerme moñas, me alegra mucho haber podido disfrutar de libros así en mi infancia. Gracias a eso -y a otros alicientes- he podido desarrollar una mentalidad creativa y despierta, que en a día de hoy no es poco.
Quién sabe, quizá algún día me dedique a escribir alguno así yo también...
Un saludo.