En este caso se trata de un asunto bastante serio: la transmisión de datos de carácter personal. Y es que, tal como el autor nos señala, uno no puede fiarse ni de las cosas más triviales y aparentemente inofensivas.
Por ejemplo, en Internet tarde o temprano hay que dar datos personales. Para registrarse en casi cualquier web tenemos que poner nuestro correo y nombre, etc... Bueno, no es del todo grave, no al menos al nivel que tiene el dar información confidencial al hacer transacciones, algo que, entendemos, es necesario y lógico.
Lo que no es tan lógico es que esos datos se usen para fines ajenos a nuestra compra. Y lo gracioso del caso es que, supuestamente, toda esta información archivada es por nuestro bien y seguridad.
¿O en verdad no?
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¿Qué porcentaje de realidad hay en la Trilogía Bourne?
TRATAMIENTO DE DATOS PERSONALES.
Las entidades de crédito y demás proveedores de servicios de pago, así como los sistemas de pago y prestadores de servicios tecnológicos relacionados a los que se transmitan los datos para llevar a cabo las transacciones realizadas al amparo del presente contrato pueden estar obligados por la legislación del Estado donde operen, o por Acuerdos concluidos por éste, a facilitar información sobre estas transacciones a las autoridades u organismos oficiales de otros países, situados tanto dentro como fuera de la Unión Europea, en el marco de la lucha contra la financiación del terrorismo y formas graves de delincuencia organizada y la prevención del blanqueo de capitales.
Esta cláusula es la que aparece cuando realizo una transferencia bancaria via internet. La pongo aquí sólo para que las despistadas personas que no se hayan parado a leerlas les echen un vistazo. Al igual que en las películas de Bourne, mis datos pueden ser facilitados a estados unidos extranjeros para la lucha antiterrorista. Con estas bases de datos se puede saber desde cuáles son tus rutinas de viaje hasta cuál es tu marca de pan de molde favorita (por supuesto, dónde vives, dónde trabajas…).
Veamos un ejemplo metafórico. Resulta que he adoptado un gatito muy mono. En menos de un mes comienzo a recibir en mi buzón propaganda de comida para gatos ¿Cómo saben las empresas de márketing de comida para gatos que tengo un gato? Sencillo: pagué con tarjeta en el Mercadona. Los de mi banco tienen mi dirección postal, y los datos de mis compras han sido facilitados o vendidos clandestinamente a empresas de márketing internacional.
Obviamente mi banco no le va a vender mi lista de la compra (espero) a una empresa de márketing. Como he dicho, era sólo un ejemplo. Pero sí es cierto que mis compras con tarjeta pueden coincidir con el esquema de “warning-sospechoso” debido a que la combinación de productos que he comprado para, quién sabe, desinfectar el jardín, es la misma que para fabricar una bomba casera.
Teorías de la conspiración aparte, no voy a decir si me parece bien o mal que un francotirador me pegue un tiro por confundirme con un terrorista mientras estoy en mi cuarto de baño, sólo me pregunto si este tipo de leyes se abolirán una vez que bajen las alertas terroristas o si se quedarán latentes como método de control de la población.
Por supuesto, si no eres un terrorista, no tienes nada que temer.
Un saludo para el Gran Hermano.
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